ARTE MICÉNICO Y SU ÉPOCA


CIVILIZACIONES EGEAS.- 
Se agrupan bajo la designación de “Egeos” o pre-helénicos a los pueblos que durante la edad de bronce vivieron a orillas del mar Egeo.
Dos grandes civilizaciones se desarrollaron en esta época: la primera ubicada principalmente en la isla de Creta, llamada Cretense o “Minoica” en honor del legendario rey Minos y la segunda la “Micénica” por Micenas, la ciudad del también legendario Agamenón, rey de los aqueos y héroe de la guerra de Troya. 

Los cretenses se caracterizaron por ser un pueblo pacifico y amante de la naturaleza y aunque llegaron a dominar el mar Mediterráneo con su flota, este dominio se basaba en el comercio y en las buenas relaciones con sus vecinos, motivo por el cual se habla hoy en día de la “Pax Minoica”, concepto que trascendió a su arte, lujosos palacios que carecían de fortificaciones o murallas defensivas pintados alegremente con motivos naturales o escenas rituales. Religiosamente adoraban a la diosa madre o diosa de las serpientes y sus cultos se relacionaban con la fertilidad, ya fuera de los campos o de la mujer.  Es posible la existencia de una estructura social matriarcal o en todo caso la existencia de un papel político importante de la mujer.

Su gloria fue heredada por los micénicos, también llamados “aqueos”, de quienes trataremos específicamente en este capitulo.

Los aqueos penetran en la Grecia continental hacia el año 2000 a.c., eran originarios de los Balcanes; “…este pueblo era de civilización inferior que los pobladores anteriores a los que suplantaron, por lo que durante 400 años aproximadamente se dedicaron a asimilar la cultura superior de sus predecesores, al tiempo que se enriquecieron con la aportación cultural de los minoicos..." (Blog Terrae Antiquae Imágenes). 

Es necesario señalar que entre el arte cretense y micénico existe una verdadera fusión artística especialmente en la producción artesanal. Las analogías en las áreas de orfebrería y de la cerámica pueden confundir incluso a los especialistas. Puede ser que muchos de los tesoros depositados en las tumbas y palacios micénicos hayan sido objeto de saqueos o que los reyes aqueos hayan encargado la elaboración de dichos objetos a los artesanos cretenses a sus servicios.

ARTE MICENICO.-

Los micénicos o aqueos, como se denominaban a sí mismos, fue el primer pueblo propiamente griego que se estableció en Grecia. Hablaban una forma de griego primitivo y sus gestas fueron contadas por Homero. 
Antes del año 1870 poco podía decirse del pueblo aqueo, sólo que existieron; que la “Ilíada” era producto de la imaginación de Homero y que nunca tuvo lugar la famosa guerra contra Troya dirigida por Agamenón. Pero, el alemán Heinrich Schliemann, un apasionado de la obra homérica, halló en Turquía las ruinas de la legendaria ciudad.
En efecto, enterrada bajo tierra, Schliemann descubrió un total de siete ciudades, construidas una sobre los restos de las otras. En el segundo de los estratos localizó las ruinas de una ciudad con muros edificados con enormes piedras que mostraban indicios de haber sido quemada; fue identificada como Troya, la ciudad incendiada por Agamenón y sus ejércitos. Es así como la “Ilíada” pasó del campo mitológico al histórico, Agamenón había existido y sólo faltaba encontrar sus palacios y tesoros.
En consecuencia, Schliemann se propuso localizar la tumba en la cual había sido sepultado el legendario rey. Halló 18 tumbas en la ciudad de Micenas, en la región del Peloponeso, que fueron identificadas como las tumbas de los reyes micénicos, sus esposas y sus hijos, sus rostros estaban cubiertos por máscaras de oro y junto a ellos había espadas, dagas, copas, joyas, todo de oro. La afirmación homérica de que Micenas era “rica en oro” también estaba verificada.
El instinto arqueológico de Schliemann y su fe en la obra homérica fueron determinantes para el descubrimiento de una cultura desconocida y fundamental de la vasta historia griega. A partir de sus descubrimientos, otros arqueólogos consolidaron el trabajo realizado. Es así, que posteriormente se encuentran restos de utensilios micénicos en Atenas, Pilos, Chipre y Esparta, comprobándose la existencia de una civilización micénica extendida por todo el mar Egeo.
La civilización micénica está fechada entre los años 1400 y 1100 a.c. (edad de bronce) y se extendió por todo el Peloponeso. Los aqueos heredaron el dominio marino de los cretenses, pero a diferencia de estos, los nuevos habitantes tenían un carácter pendenciero y belicoso. Este instinto guerrero los induce a fortalecer sus ciudades con murallas de piedras colosales denominadas ciclópeas, dando a sus palacios la apariencia de una arquitectura megalítica, muy distinta al carácter alegre y abierto de los palacios minoicos.

En cuanto a su régimen político y de acuerdo a la Ilíada, los aqueos constituían una aristocracia militar en una Grecia dividida en pequeños territorios, posiblemente estaban unificados federalmente bajo el mando de un rey único, el de Micenas. No obstante, estos territorios siempre conservaron su autonomía y nunca dependieron del control político central.

Escritura Lineal "B"
Los aqueos conocieron un tipo de escritura primitiva llamada “Lineal B”, descifrada en el año 1952, esto permitió descubrir que utilizaban una variante de griego arcaico. Desde entonces es plenamente legítimo establecer en Micenas el origen de la historia griega. En efecto, durante muchos años se creyó que los micénicos estaban tan estrechamente ligados con la civilización cretense y con el arte del Palacio de Cnosos que se suponía que debían tener el mismo origen étnico; pero gracias a los datos descifrados en las tablillas se comprobó que se trataba de un nuevo pueblo.
Utilizaron el carro de guerra, un vehículo ligero tirado por caballos; igualmente la se les atribuye la invención de de la espada larga y la armadura de láminas de metal y cascos de dientes de jabalíes.
La vida micénica también esta marcada por una gran religiosidad, el futuro del panteón griego se empieza a dibujar en una edificación llamada “Megarón”, creen en los dioses olímpicos Zeus, Hera, Poseidón… y hacían sacrificios humanos a sus dioses.
Hacia 1200 a. C. el poder de los aqueos comenzó a declinar y alrededor de 1100 a. c. la invasión de los dorios acabó con la civilización Micénica.

Diferencias y semejanzas entre el arte minoico y el micénico.-

En primer lugar, debemos anotar una marcada diferencia en el temperamento de ambas culturas: la sociedad minoica o cretense estaba compuesta por hombres alegres y pacíficos, que no necesitaban erigir murallas defensivas ni elaborar armas para el combate; en cambio el pueblo aqueo o micénico estaba formado por hombres guerreros que hicieron de sus edificaciones verdaderas fortalezas de piedras.


Los lujosos palacios minoicos se construyeron alrededor de un patio central del cual surgían pasillos que comunicaban con almacenes, oficinas, talleres y con las casas de los mercaderes y aristócratas. Los cretenses amaban la naturaleza, la ligereza y la fantasía, ello se aprecia en la arquitectura de sus palacios y en los frescos que los decoraban, temas como un grupo de peces voladores jugueteando en el mar o escenas de atletas saltando sobre el toro eran motivos típicos.
Los aqueos, al igual que los cretenses construyeron palacios, pero la diferencia fundamental radica en el concepto defensivo de los mismos, fuertes murallas ciclópeas hacían de los mismos unas verdaderas fortalezas que se corresponden a una sociedad en la cual el rey gobernaba bajo un estricto sistema jerárquico.

En el plano artesanal, como ya se indicó, las semejanzas son numerosas, posiblemente porque los minoicos comercializaron sus producciones por toda la cuenca del Mediterráneo o porque los aqueos utilizaron mano de obra cretense. No obstante, podemos señalar que a grosso modo los artesanos minoicos, en especial durante el último período adornaban sus piezas con motivos inspirados en la naturaleza como flores y animales marinos; en cambio los micénicos preferían modelos más sencillos, con decoraciones geométricas, o en su defecto escenas bélicas o de cacería, más acordes con el carácter de un pueblo de conquistadores.

Tanto los cretenses como los aqueos supieron trabajar los metales y demostraron gran gusto en la confección de joyas en oro y plata.

El papel de la mujer fue completamente distinto, si en la cultura minoica la mujer ocupaba una posición social y política importante, que incluso ha llegado a plantear la posibilidad de un matriarcado; en la micénica su papel es relegado a simple esposa y compañera fiel del hombre, Penélope, la esposa de Ulises, retratada por Homero en la Odisea, vendría a ser el ideal femenino.


Arquitectura micénica.-

Son característicos de la arquitectura micénica las ciudadelas fortificadas y el Megarón. A diferencia de las ciudades minoicas que eran asentamientos completamente abiertos, con puertos cercanos para que sus barcos mercantes entraran y salieran constantemente; las ciudades micénicas eran recintos fortificados, ubicados en terrenos estratégicos de fácil defensa. 
Los restos de Micenas, Tirinto y Pilos nos muestran la arquitectura militar propia de las ciudades micénicas, construidas en lo alto de las colinas y rodeadas de murallas de piedras puestas una sobre otras sin necesidad de argamasa. A continuación estudiaremos la ciudad de Micenas.

LA CIUDAD DE MICENAS.- 
La principal ciudad de los aqueos estaba situada a 90 Km de Atenas y según la mitología fue creada por Perseo, hijo de Zeus y Danae. El héroe para proteger la ciudad ordenó a los Cíclopes la construcción de una muralla de enormes piedras irregulares (motivo por el cual se le llama Muralla Ciclópea). Está era el centro de riqueza y poder de los aqueos y famosa por alojar a los guerreros más poderosos de la zona del mar Egeo.
Los aspectos más fundamentales de la ciudad de Micenas son: la muralla ciclópea, la puerta de los Leones, las ruinas del Palacio de Agamenón, el círuclo de tumbas donde fue encontrado El Tesoro de Atreo, más conocida como la tumba de Agamenón.

Esquema de la ciudad rodeada por la muralla ciclópea, la entrada se hacía a través de la puerta de los leones. A la derecha se observa el círculo de tumbas y atrás el Palacio de Agamenón


Muralla ciclópea de Micenas.

La formidable muralla ciclópea de Micenas de 13 metros de alto por 7 metros de espesor, rodea una superficie de aproximadamente 25.000 metros cuadrados. Los micénicos inauguraron una nueva técnica de construcción, utilizaron enormes piedras poligonales, de varias toneladas de peso y sin argamasa, las cuales desplazaban utilizando rodillos y cuadrillas de braceros. Esta ciudadela fortificada, situada en lo alto de una colina estaba reservada para el rey, su familia, los nobles y su guardia personal. Los aldeanos habitaban fuera del recinto amurallado, pero en caso de ataque se resguardaban dentro de los muros.

La entrada a la ciudad se hacía a través de la famosa
Puerta de los Leones”, que debe su nombre a los dos animales esculpidos en el tímpano triangular. Los leones descansan sobre un dintel de 20 toneladas y fueron tallados en un solo bloque de piedra caliza. El vano de 3 metros por 3 metros estaba protegido por una puerta de madera recubierta con un blindaje de bronce.
Los leones desgraciadamente carecen de cabeza, deshecha posiblemente a martillazos por los conquistadores dóricos con la finalidad de acabar, de esta forma con el símbolo del poder micénico.
                 Puerta de Los Leones (arriba). Ruinas del  Palacio de Agamenón (abajo)


























El “Palacio de Agamenón”.- En el centro de la ciudadela se hallan las ruinas del palacio muy mal conservadas. El palacio estaba rodeado de un gran patio y la habitación principal era el Megarón, una gran sala en la cual los soberanos recibían a sus invitados, se realizaban rituales, se oían a los aedos o poetas y se celebraban consejos de guerra .
Los aqueos igualmente realizaron una importante arquitectura funeraria. En efecto, los gobernantes, en pro de su inmortalización dejaron constancia de su rango social y de su poder en sus enterramientos, y así dispusieron de espacios especiales para las tumbas y adornaron los cadáveres con máscaras, joyas y armas. 

En el interior de la ciudad rodeado por una muralla de losas verticales se encuentra el “Circulo de tumbas” un cementerio circular en el que se disponen varias tumbas del siglo XVI a.c. donde se guardaban los tesoros y restos de los soberanos.


Igualmente, se encontraron otro tipo de tumbas llamadas “Tholos” o de colmena Las más conocidas son el “Tesoro de Atreo”, y la tumba de Clitemnestra.“…El rasgo propio que quizá defina más a los micénicos y domine en todo su territorio es la gran tumba llamada de tholos (o de colmena)… la más famosa es la denominada Tumba de Atreo en Micenas: una gran cámara mortuoria construida por completo con grandes bloques de piedra, de dimensiones enormes y que no tiene precedentes arquitectónicos ni dentro ni fuera de Grecia…” (Blog Terrae Antiquae Imágenes) .

La tumba de Agamenón o Tesoro de Atreo: es una edificación circular a la cual se entra a través de un largo corredor (dromos) de 36 metros de largo por 6 de ancho y cuyas sus paredes laterales alcanzan los 14 metros. La puerta, flanqueada por dos columnas de mármol, esta formada por un dintel sobre el cual descansa un triángulo vacío que posiblemente contenía algún relieve como la puerta de los leones. Al final del corredor se encuentra un recinto circular o cámara de enterramiento con una bóveda de 14,5 metros de diámetro. Esta sala cónica esta construida como una gigantesca colmena, determinada por hileras concéntricas en saledizo una sobre las otras.
El Tesoro de Atreo, entrada.

El tesoro de Atreo. Interior
En esta tumba se encontraron gran cantidad de joyas, armas y la famosa máscara funeraria que Schliemann erróneamente atribuyó al rey Agamenón. La riqueza de los hallazgos confirma el epíteto que Homero aplica siglos después a la ciudad “Micenas, la rica en oro”.

La estabilidad de la cámara se lograba por la tierra acumulada en el exterior de la bóveda. Los constructores iban disponiendo terraplenes a medida que se levantaba, de tal manera que la misma quedaba enterrada y sometida a una presión homogénea en toda su superficie exterior que le daba cohesión y resistencia. Tras el entierro, se rellenaba el dromos y la sepultura real desaparecía a los ojos de los hombres. El tholos quedaba completamente cubierto de tierra por lo que desde el exterior sólo se observaba un montículo con vegetación.
La importancia del tholos micénico es que es la arquitectura aboveda sin soporte intermedio más antigua del mundo y no es sino trece siglos después, cuando los romanos reinventan nuevamente las grandes cúpulas abovedadas.
El tesoro de Atreo, esquema de un tholos.


Aparte de Micenas, los aqueos construyeron otros asentamientos, que demuestran igualmente la maestría tecnológica de esos constructores como las ciudadelas de Pilos y Tirinto.

Palacio de Pilos
Según Homero, el palacio de Pilos era el hogar del rey Néstor, esta situado en una suave colina, cerca del mar. Gracias a su mejor conservación, podemos interpretar más fácilmente sus espacios. Se accedía al palacio, antecedente del templo griego, mediante un pórtico abierto que daba a un patio interior, de allí se pasaba a una especie de vestíbulo o pronaos que comunicaba a través de un pórtico con dos columnas al salón de recepción o “megarón” en el cual se encontraba el trono del rey y se llevaban a cabo los banquetes rituales, se celebraban consejos de guerra y se escuchaban a los aedos cantar las historias de sus héroes y dioses. El megarón de Pilos mide 10 metros por 12 metros, cuatro columnas sostienen el techo, su suelo esta estucado y las paredes estaban recubiertas con frescos.
Alrededor de este complejo central existen habitaciones privadas, un cuarto de baño con bañera y bodegas a las cuales se accede a través de pasillos.

Bañera policromada de Néstor

Tirinto.- La ciudadela Tirinto servía de Puerto a Micenas e igualmente estaba protegida por una muralla de piedra llamada ciclópea. El salón del trono o Megarón se encontraba en el centro del palacio y se llegaba a través de tres patios y ocho puertas. En algunos lugares la muralla era tan gruesa que albergaba en su interior un pasillo.

ESCULTURA MICÉNICA

Uno de los aspectos más importante del arte creto-micénico es la ausencia de escultura monumental, un tipo de escultura en la que egipcios y mesopotámicos se habían lucido. Se entiende por monumental a la escultura adaptada íntegramente al espacio arquitectónico y cuyo objetivo es servir de ornamento a la arquitectura, de la cual depende. No obstante lo afirmado, la Puerta de los Leones es una magnifica excepción.


La Puerta de los Leones (1250 a.c.), uno se los monumentos más antiguos en territorio europeo, proclama heráldicamente el poder militar de los nobles micénicos. La entrada a la ciudad de Micenas se realizaba a través de esta famosa puerta. Sobre un dintel construido por un monolito de 20 toneladas se encuentran dos leones de vigorosa musculatura, las fieras están enfrentadas entre si, formando un triangulo perfecto. Fueron esculpidos simétricamente en piedra y sus patas delanteras descansan sobre un podio; el relieve esta perfectamente adaptado al espacio del triangulo y entre los animales se haya una columna. Como se indicó anteriormente, los animales carecen de cabeza posiblemente por el vandalismo de los conquistadores dóricos.

En efecto, tanto los minoicos como los micénicos, a excepción de la referida Puerta de los Leones, no produjeron estatuas de gran tamaño y se conformaron con la creación de pequeños objetos esculpidos en piedra y marfil o barro cocido, así como la elaboración de sellos con relieves en miniaturas.

Se han encontrado pequeñas estatuillas de terracota o marfil en los yacimientos de Micenas y Tirinto que representan figuras antropomórficas policromadas. Las figuras asumen diferentes posturas y podrían tener un significado religioso dado el sitio en los cuales fueron encontradas, tumbas y santuarios. Reciben el nombre de psi, fi o tau por el parecido con las letras griegas, estas figurillas o ídolos son esquematizadas, su cuerpo suele representarse con un simple cilindro, en el cual pueden destacar unos senos como único detalle, pero sus rostros son detallados con grandes ojos y nariz pronunciada.

Con esta misma característica de abstracción se han encontrado figuras de animales, especialmente el toro y carros de guerra tirados por caballos.
La escultura de busto más conocida de la época micénica es la “Triada Divina”, representa a dos mujeres y un niño. Las mujeres tienen los pechos al descubierto y llevan joyas y ropa creto-micénica – la famosa falda de faralaos o volantes acampanados con corpiño ajustado-, representan a las diosas Demeter y Perséfone y al dios Lacco o Triptólemo, todos vinculados con la agricultura y fertilidad de los campos.

Otra famosa escultura es esta cabeza de grandes ojos almendrados y con una dura expresión en el rostro, procedente de Micenas, es uno de los pocos ejemplos escultóricos en piedra caliza policromada que conservamos de esta cultura.

Los Micénicos, al igual que los Minoicos sobresalieron en el trabajo de las miniaturas de los sellos grabados, los cuales utilizaban, entre otros fines como amuletos o como garantía de propiedad al ser estampados sobre los objetos. Se usaban colgados de un collar y se realizaban en madera, marfil y metales especialmente oro. Lo más destacable es el gusto por el detalle y el movimiento. Su tamaño era de aproximadamente 3 cm. Los motivos eran similares a los Minoicos y sobresalen los relativos a escenas bélicas o de cacería.
La máscara de Agamenón.-
Las máscaras funerarias, emblemas del arte micénico fueron desconocidas en Creta. La más famosa es la máscara de Agamenón, la cual debe su nombre al arqueólogo Heinrich Schliemann, quién erróneamente confundió el Tesoro de Atreo con la tumba de este legendario rey micénico. En efecto, estudios posteriores han comprobado que la referida máscara antecede en varios siglos a la existencia del rey aqueo. Esto no impidió que Schliemann al realizar su descubrimiento exclamara con orgullo “He visto la cara de Agamenón”.
Estas máscaras funerarias plasmaban los rasgos de los difuntos soberanos aqueos, motivo por el cual eran tan personales y diferentes entre sí.
La máscara de Agamenón tiene 32 cms. Y destaca en una fina lámina de oro los rasgos de un rey aqueo del siglo XVI a.C.

PINTURA MICÉNICA


La pintura micénica acusa gran influencia de la minoica, utilizaron al igual que sus antecesores la técnica de estuco pintado al fresco con colores vistosos como el amarillo, rojo, azul o blanco y remarcadas las líneas con negro. En cuanto a los motivos, los aqueos continuaron con los mismos temas a los cuales añadieron escenas de guerra y caza, más acorde con su temperamento bélico, asimismo se acentúan los adornos y los peinados. También utilizaron motivos geométricos.
Los frescos descubiertos en los palacios de Pilos y Tirinto son la prueba de que los aqueos continuaron el gran arte pictórico de los hombres de Cnosos, aunque a diferencia de aquellos las escenas se delimitaban con marcos decorados con figuras geométricas y sus figuras eran más rígidas. Destacan los frescos de la cacería del jabalí del palacio de Tirinto, el fresco del megarón de Pilos y el friso con damas sobre un carro o la dama oferente del Palacio de Tirinto.

Dama oferente. En el Palacio de la ciudad de Tirinto se encontró el fresco de una mujer de pechos abultados, sofisticado peinado y ataviada a la manera cretense, portando un pixis como ofrenda. La figura esta delimitada por una línea o banda con motivos geométricos. El fresco es de clara inspiración minoica, el mismo tema de la Parisina de Cnosos: una mujer en procesión, con el mismo perfil, la estrecha cintura y el vestido. Sin embargo esta imagen carece de la elegancia de su antecesora y resulta exagerada.

Dama con collar, fresco del siglo XIII a. C. encontrado en Micenas, representa una diosa, actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico de Atenas.

Otro ejemplo de pintura al fresco es la de esta joven, mucho más esquematizada que las anteriores.
Guerreros de Pilos. Se trata de uno de los ejemplos más destacados de la pintura mural micénica . Procede del palacio de Pilos y representa la lucha entre guerreros micénicos y unos bárbaros ataviados con pieles. Las figuras, muy estereotipadas, se resaltan sobre un fondo azul sin ningún orden espacial.
Fresco de Micenas representando un escudo en forma de 8 y una espada, armas propias de los aqueos y que evidencian su carácter guerrero.

CERAMICA MICÉNICA .-
Se han encontrado gran cantidad de cerámica de la época micénica, de estilos muy variados: jarras, copas, jarrones… De las muestras encontradas en diversas localidades se ha evidenciado que las piezas destinadas a la exportación eran en general más lujosas y de decoración más trabajada.
Las piezas estaban decoradas con motivos mitológicos, bélicos o escenas de caza o animales, además es característica de la cerámica micénica la decoración con motivos geométricos, tales como meandros y espirales.

Se han encontrado igualmente vajillas de metal, principalmente de bronce en los yacimientos micénicos, así jarras de loza o de marfil.

Orfebrería micénica.-
La orfebrería da idea de lujo y riqueza de los pueblos. Tanto los Minoicos como los Micénicos demostraron gran originalidad y calidad en el tallado de los metales, especialmente el oro con el cual realizaron espectaculares joyas. Las piezas encontradas en las tumbas aqueas tales como coronas, collares y brazaletes datan aproximadamente del año 1500 a.c. y estaban decorabas muchas de ellas con motivos minoicos.

Igualmente se han encontrado vasos y armas de bronce martillado y las famosas mascaras funerarias que plasmaban los rasgos fisiológicos del difunto, pero con una rudeza propia de una caricatura.
Los artesanos solían realizar incrustaciones con metales preciosos como el oro y la plata para decorar las espadas y puñales con escenas de lucha o cacería.
La taza de Vafio.

FIN DE LA CULTURA MICENICA
La hegemonía micénica, iniciada hacia el año 1450 a.c., gracias a su dominio naval y a la misteriosa desaparición de la cultura cretense fue de corta duración. Las invasiones de pueblos indoeuropeos ocurridas entre 1150 y 1000 a.c. produjeron una gran complejidad cultural, así como diferentes dialectos: el dórico hablado en Corintio, Argólida y Creta; el jónico utilizado en Atica; el eólico en Anatolia y el chipriota en Chipre.
Ahora bien, la idea de que una raza extraña con costumbres propias barrió a los micénicos, ocupando sus espacios e imponiendo su cultura e instituciones no es completamente exacta, posiblemente los indoeuropeos se fueron asentando poco a poco y se fundieron con sus antecesores, dando origen a una nueva Grecia.
La llegada de los “hombres de hierro” (por el metal con
que esta gente fabricaba sus aperos) da inicio a lo que los historiadores llaman la Edad Oscura de Grecia. Pero, aunque las ciudadelas de Tirinto, Pilos y la propia Micenas habían sido desvastadas, el pasado glorioso de los aqueos - un tiempo de empresas extraordinarias llevadas a cabo por héroes y dioses - estaba latente y pronto a reaparecer en la vida de los griegos.
En efecto, los hombres de hierro, no obstante de haber traído el caos y representar un período de aislamiento y oscuridad frente a la cultura creto-micénica, pronto absorbieron la cultura de sus antecesores. Es así, que mediante la tradición oral aceptaron como propias las hazañas de los viejos tiempos como la lucha de Teseo contra el Minotauro, la guerra de Troya, el asalto de Tebas, el regreso de los Heraclidas. Mitos y leyendas que alimentaron la religión, el arte y el carácter del nuevo pueblo. Es por ello indudable que las culturas egeas fueron el precedente del arte griego y tienen una importanci
a capital en la formación de la Grecia clásica.

LA GUERRA DE TROYA

La Iliada de Homero



No fue sino después del descubrimiento de las ruinas de Troya en Turquía, por el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann que la famosa guerra de Troya dejó de ser un relato mitológico y pasó a ser historia. Fue la más importante de las expansiones micénicas y resulta un misterio el motivo por el cual los aqueos, luego de haber dominado a Troya no se hayan asentado en las tierras conquistadas.

La Iliada, la obra cumbre de la épica universal y la más antigua de la literatura occidental narra los hechos heroicos de los aqueos dirigidos por Agamenón, el rey de Micenas en contra de los troyanos. El titulo de la obra deriva de la palabra “Ilión”, nombre dado por los griegos a Troya. Atribuida a Homero, fue posiblemente escrita en el signo VII a.C., es decir varios siglos después de la supuesta guerra contra Troya.

El poema canta el último año de la guerra y empieza con la cólera de Aquiles, héroe griego, hijo del rey Peleo y la nereida Tetis. Éste ofendido por Agamenón quién lo había despojado de una esclava troyana de nombre Briseida se retira de la contienda.



La pasividad de Aquiles, el de los pies ligeros, trajo como consecuencia graves derrotas para los griegos, hasta que el príncipe troyano Héctor, el matador de hombres, da muerte a su amigo Patroclo, quien llevaba puesta su armadura. En venganza, Aquiles regresa a la lucha y tras aniquilar a Héctor en singular combate, lo amarra a su caballo de guerra y lo pasea humillantemente ante las murallas de Troya por doce días. El rey Príamo, en uno de los pasajes más hermosos de la Iliada, ruega por la devolución del cuerpo de su hijo. La obra termina con el funeral del héroe troyano.


“…El gran Príamo entró sin ser visto, acercóse a Aquiles, abrazóle las rodillas y besó aquellas manos terribles, homicidas, que habían dado muerte a tantos hijos suyos. Como quedan atónitos los que, hallándose en la casa de un rico, ven llegar a un hombre que, poseído de la cruel Ofuscación, mató en su patria a otro varón y ha emigrado a país extraño, de igual manera asombróse Aquiles de ver al deiforme Príamo; y los demás se sorprendieron también y se miraron unos a otros. Y Príamo suplicó a Aquiles, dirigiéndole estas palabras:
Acuérdate de tu padre, Aquiles, semejante a los dioses, que tiene la misma edad que yo y ha llegado al funesto umbral de la vejez. Quizá los vecinos circunstantes le oprimen y no hay quien te salve del infortunio y de la ruina; pero al menos aquél, sabiendo que tú vives, se alegra en su corazón y espera de día en día que ha de ver a su hijo, llegado de Troya. Mas yo, desdichadísimo, después que engendré hijos excelentes en la espaciosa Troya, puedo decir que de ellos ninguno me queda. Cincuenta tenía cuando vinieron los aqueos: diez y nueve procedían de un solo vientre; a los restantes diferentes mujeres los dieron a luz en el palacio. A los más el furibundo Ares les quebró las rodillas; y el que era único para mí, pues defendía la ciudad y sus habitantes, a ése tú lo mataste poco ha, mientras combatía por la patria, a Héctor, por quien vengo ahora a las naves de los aqueos, a fin de redimirlo de ti, y traigo un inmenso rescate. Pero, respeta a los dioses, Aquiles, y apiádate de mí, acordándote de tu padre; que yo soy todavía más digno de piedad, puesto que me atreví a lo que ningún otro mortal de la tierra: a llevar a mi boca la mano del hombre matador de mis hijos.
Así habló. A Aquiles le vino deseo de llorar por su padre; y, asiendo de la mano a Príamo, apartóle suavemente. Entregados uno y otro a los recuerdos, Príamo, caído a los pies de Aquiles, lloraba copiosamente por Héctor, matador de hombres; y Aquiles lloraba unas veces a su padre y otras a Patroclo; y el gemir de entrambos se alzaba en la tienda. Mas así que el divino Aquiles se hartó de llanto y el deseo de sollozar cesó en su alma y en sus miembros, alzóse de la silla, tomó por la mano al viejo para que se levantara, y, mirando compasivo su blanca cabeza y su blanca barba, díjole estas aladas palabras:
‑¡Ah, infeliz! Muchos son los infortunios que tu ánimo ha soportado. ¿Cómo osaste venir solo a las naves de los aqueos, a los ojos del hombre que te mató tantos y tan valientes hijos? De hierro tienes el corazón. Mas, ea, toma asiento en esta silla; y, aunque los dos estamos afligidos, dejemos reposar en el alma las penas, pues el triste llanto para nada aprovecha. Los dioses destinaron a los míseros mortales a vivir en la tristeza, y sólo ellos están descuitados. En los umbrales del palacio de Zeus hay dos toneles de dones que el dios reparte: en el uno están los males y en el otro los bienes. Aquél a quien Zeus, que se complace en lanzar rayos, se los da mezclados, unas veces topa con la desdicha y otras con la buena ventura; pero el que tan sólo recibe penas vive con afrenta, una gran hambre le persigue sobre la divina tierra y va de un lado para otro sin ser honrado ni por los dioses ni por los hombres. Así las deidades hicieron a Peleo claros dones desde su nacimiento: aventajaba a los demás hombres en felicidad y riqueza, reinaba sobre los mirmidones, y, siendo mortal, le dieron por mujer una diosa. Pero también la divinidad le impuso un mal: que no tuviese hijos que reinaran luego en el palacio. Tan sólo engendró uno, a mí, cuya vida ha de ser breve; y no le cuido en su vejez, porque permanezco en Troya, muy lejos de la patria, para contristarte a ti y a tus hijos. Y dicen que también tú, oh anciano, fuiste dichoso en otro tiempo; y que en el espacio que comprende Lesbos, donde reinó Mácar, y más arriba la Frigia hasta el Helesponto inmenso, descollabas entre todos por tu riqueza y por tu prole. Mas, desde que los dioses celestiales te trajeron esta plaga, sucédense alrededor de la ciudad las batallas y las matanzas de hombres. Súfrelo resignado y no dejes que de tu corazón se apodere incesante pesar, pues nada conseguirás afligiéndote por tu hijo, ni lograrás que se levante, antes tendrás que padecer un nuevo mal…”

Según la mitología la guerra de Troya había tenido su origen nueve años antes, cuando París, hijo de Príamo, rey de Troya rapta la esposa de Menéalo. Agamenón, rey de Micenas y hermano de Menéalo convoca a todos los héroes griegos a una guerra que duró diez años. Esta termina con la leyenda del caballo de madera, ideado por Odisea o Ulises. Los griegos simulan retirarse con sus naves de las costas troyanas, dejando un gigantesco caballo, el cual es arrastrado por los troyanos al interior de sus murallas como trofeo de guerra. En la noche y tras celebrar la supuesta victoria, los griegos escondidos dentro del animal, salen e incendian la ciudad.
Es necesario anotar que durante todo el poema la vida, triunfos y derrotas tanto de los griegos como de los troyanos están en manos de los dioses, los cuales igualmente se dividieron en dos bandos, unos apoyaban a los troyanos y otros a los aqueos. En este particular, incluso se discute sobre la moralidad de los dioses quienes manejaban como marionetas los destinos de los hombres. En el canto XIV, por ejemplo, llamado “El engaño de Zeus”. La diosa Hera seduce a Zeus y luego de hacer el amor en una nube dorada, lo hace dormir para lograr que sus protegidos ganen ventaja en la lucha. Este episodio fue rudamente criticado por Platón en su obra “La República” En el canto XX “La batalla de los dioses” Zeus retira la orden de no intervención y los dioses pueden ayudar libremente a los héroes de su preferencia. Es característico igualmente de la obra Homérica el uso de las figuras literarias de las metáforas y símiles en las cuales se comparan dos o más cosas entre sí.