Se agrupan bajo la designación de “Egeos” o Pre-helénicos a los pueblos que durante la edad de bronce vivieron a orillas del mar Egeo.
ARTE MICÉNICO.-
Los Micénicos o Aqueos, como se denominaban a sí mismos, fue el primer pueblo propiamente griego que se estableció en Grecia. Hablaban una forma de griego primitivo y sus gestas fueron contadas por Homero.
Hasta el año 1870 poco podía decirse del pueblo aqueo, sólo que existieron; que la “Ilíada” era seguramente un producto de la imaginación de Homero y que nunca tuvo lugar la famosa guerra contra Troya dirigida por Agamenón. Pero, el alemán Heinrich Schliemann, un apasionado de la obra homérica, halló en Turquía las ruinas de la legendaria ciudad.
En efecto, enterrada bajo tierra, Schliemann descubrió un total de siete ciudades, construidas una sobre los restos de las otras. En el segundo de los estratos localizó las ruinas de una ciudad con muros edificados con enormes piedras que mostraban indicios de haber sido quemada; fue identificada como Troya, la ciudad incendiada por Agamenón y sus ejércitos. Es así como la “Ilíada” pasó del campo mitológico al histórico, Agamenón había existido y sólo faltaba encontrar sus palacios y tesoros.
En consecuencia, Schliemann se propuso localizar la tumba en la cual había sido sepultado el legendario rey. Halló 18 tumbas en la ciudad de Micenas, en la región del Peloponeso, que fueron identificadas como las tumbas de los reyes micénicos, sus esposas y sus hijos, sus rostros estaban cubiertos por máscaras de oro y junto a ellos había espadas, dagas, copas, joyas, todo de oro. La afirmación homérica de que Micenas era “rica en oro” también estaba verificada.
El instinto arqueológico de Schliemann y su fe en la obra homérica fueron determinantes para el descubrimiento de una cultura desconocida y fundamental de la vasta historia griega. A partir de sus descubrimientos, otros arqueólogos consolidaron el trabajo realizado. Es así, que posteriormente se encuentraron restos de utensilios micénicos en Atenas, Pilos, Chipre y Esparta, comprobándose la existencia de una civilización micénica extendida por todo el mar Egeo.
La civilización micénica está fechada entre los años 1400 y 1100 a.C. (edad de bronce) y se extendió por todo el Peloponeso. Los aqueos heredaron el dominio marino de los cretenses, pero a diferencia de estos, los nuevos habitantes tenían un carácter pendenciero y belicoso. Este instinto guerrero los induce a fortalecer sus ciudades con murallas de piedras colosales denominadas ciclópeas, dando a sus palacios la apariencia de una arquitectura megalítica, muy distinta al carácter alegre y abierto de los palacios minoicos.
En cuanto a su régimen político y de acuerdo a la Ilíada, los aqueos vivían en pequeños territorios o ciudades que se regían por una aristocracia militar, cada región tenía sus propios reyes, pero posiblemente unificados federalmente bajo el mando del rey más fuerte, (Agamenón, el rey de Micenas durante la Guerra de Troya, según Homero). No obstante, estos territorios siempre conservaron su autonomía y nunca dependieron del control político central.
Diferencias y semejanzas entre el arte minoico y el micénico.-
En primer lugar, debemos anotar una marcada diferencia en el temperamento de ambas culturas: la sociedad minoica o cretense estaba compuesta por hombres alegres y pacíficos, que no necesitaban erigir murallas defensivas ni elaborar armas para el combate; en cambio el pueblo aqueo o micénico estaba formado por hombres guerreros que hicieron de sus edificaciones verdaderas fortalezas de piedras.
Los lujosos palacios minoicos se construyeron alrededor de un patio central del cual surgían pasillos que comunicaban con almacenes, oficinas, talleres y con las casas de los mercaderes y aristócratas. Los cretenses amaban la naturaleza, la ligereza y la fantasía, ello se aprecia en la arquitectura de sus palacios y en los frescos que los decoraban, temas como un grupo de delfines voladores jugueteando en el mar o escenas de atletas saltando sobre el toro eran motivos típicos.
Los aqueos, al igual que los cretenses construyeron palacios, pero la diferencia fundamental radica en el concepto defensivo de los mismos, fuertes murallas ciclópeas hacían de los mismos unas verdaderas fortalezas que se corresponden a una sociedad en la cual el rey gobernaba bajo un estricto sistema jerárquico.
En el plano artesanal, como ya se indicó, las semejanzas son numerosas, posiblemente porque los minoicos comercializaron sus productos por toda la cuenca del Mediterráneo o porque los aqueos utilizaron mano de obra cretense. No obstante, podemos señalar a grosso modo que los artesanos minoicos, en especial durante el último período adornaban sus piezas con motivos inspirados en la naturaleza como flores y animales marinos; en cambio los micénicos preferían modelos más sencillos, con decoraciones geométricas, o en su defecto escenas bélicas o de cacería, más acordes con el carácter de un pueblo de conquistadores.
Tanto los cretenses como los aqueos supieron trabajar los metales y demostraron gran gusto en la confección de joyas en oro y plata.
El papel de la mujer fue completamente distinto, si en la cultura minoica la mujer ocupaba una posición social y política importante, que incluso ha llegado a plantear la posibilidad de un matriarcado; en la micénica su papel es relegado a simple esposa y compañera fiel del hombre, Penélope, la esposa de Ulises, retratada por Homero en la Odisea, vendría a ser el ideal femenino.
Arquitectura micénica.-
La entrada a la ciudad se hacía a través de la famosa “Puerta de los Leones”, que debe su nombre a los dos animales esculpidos en el tímpano triangular. Los leones descansan sobre un dintel de 20 toneladas y fueron tallados en un solo bloque de piedra caliza. El vano de 3 metros por 3 metros estaba protegido por una puerta de madera recubierta con un blindaje de bronce.
Los leones desgraciadamente carecen de cabeza, deshecha posiblemente a martillazos por los conquistadores dóricos con la finalidad de acabar, de esta forma con el símbolo del poder micénico.
En esta tumba se encontró una gran cantidad de joyas, armas y la famosa máscara funeraria que Schliemann erróneamente atribuyó al rey Agamenón. La riqueza de los hallazgos confirma el epíteto que Homero aplica siglos después a la ciudad “Micenas, la rica en oro”.
La estabilidad de la cámara se lograba por la tierra acumulada en el exterior de la bóveda. Los constructores iban disponiendo terraplenes a medida que se levantaba, de tal manera que la misma quedaba enterrada y sometida a una presión homogénea en toda su superficie exterior que le daba cohesión y resistencia. Tras el entierro, se rellenaba el dromos y la sepultura real desaparecía a los ojos de los hombres. El tholos quedaba completamente cubierto de tierra por lo que desde el exterior sólo se observaba un montículo con vegetación.
La importancia del tholos micénico es que es la arquitectura aboveda sin soporte intermedio más antigua del mundo y no es sino trece siglos después, cuando los romanos reinventan nuevamente las grandes cúpulas abovedadas.
El palacio de Pilos, según Homero, era el hogar del rey Néstor. Está situado sobre una suave colina, cerca del mar.
Gracias a su mejor conservación, podemos interpretar más
fácilmente sus espacios. Se accedía al palacio, mediante un pórtico abierto que daba a un
patio interior, de allí se pasaba a una especie de vestíbulo o
pronaos que se comunicaba a través de otro pórtico con el salón de recepción o “megarón” donde se encontraba el
trono del rey y se llevaban a cabo los banquetes rituales, los consejos de guerra y se escuchaban a los aedos
cantar las historias de sus héroes y dioses. El megarón de
Pilos mide 10 metros por 12 metros, cuatro columnas sostienen
el techo, sus paredes estaban
recubiertas con frescos.
Alrededor de este complejo
central existen habitaciones privadas, un cuarto de baño con
bañera y bodegas a las cuales se accede a través de
pasillos.
ESCULTURA MICÉNICA
La Puerta de los Leones (1250 a.c.), es uno se los monumentos más antiguos en territorio europeo, y proclama heráldicamente el poder militar de los nobles micénicos.
La entrada a la ciudad de Micenas se realizaba a través de esta famosa puerta. Sobre un dintel construido por un monolito de 20 toneladas se encuentran dos leones de vigorosa musculatura, las fieras están enfrentadas entre si, formando un triangulo perfecto. Fueron esculpidos simétricamente en piedra y sus patas delanteras descansan sobre un podio; el relieve esta perfectamente adaptado al espacio del triangulo y entre los animales se haya una columna.
Como se indicó anteriormente, los animales carecen de cabeza posiblemente por el vandalismo de los conquistadores dóricos.
En efecto, tanto los minoicos como los micénicos, a excepción de la referida Puerta de los Leones, no produjeron estatuas de gran tamaño y se conformaron con la creación de pequeños objetos esculpidos en piedra, marfil o barro cocido, así como la elaboración de sellos con relieves en miniaturas.
Se han encontrado pequeñas estatuillas de terracota o marfil en los yacimientos de Micenas y Tirinto que representan figuras antropomórficas policromadas. Las figuras asumen diferentes posturas y podrían tener un significado religioso dado el sitio en los cuales fueron encontradas: tumbas y santuarios. Reciben el nombre de "psi, fi o tau" por el parecido con las letras griegas. Estas figurillas o ídolos son esquematizadas, el cuerpo suele representarse con un simple cilindro, en el cual pueden destacar unos senos como único detalle, pero sus rostros son detallados con grandes ojos y nariz pronunciada.
Con esta misma característica de abstracción se han encontrado figuras de animales, especialmente el toro y carros de guerra tirados por caballos.
La escultura de busto más conocida de la época micénica es la “Triada Divina”, representa a dos mujeres y un niño. Las mujeres tienen los pechos al descubierto y llevan joyas y ropa creto-micénica – la famosa falda de faralaos o volantes acampanados con corpiño ajustado-, Las diosas son Deméter y Perséfone acompañadas del dios Lacco o Triptólemo, todos vinculados con la agricultura y fertilidad de los campos.
Otra famosa escultura es esta cabeza de grandes ojos almendrados, procedente de Micenas, es uno de los pocos ejemplos escultóricos en piedra caliza policromada que conservamos de esta cultura.
Los Micénicos, al igual que los Minoicos sobresalieron en el trabajo de los pequeños sellos grabados, los cuales utilizaban, entre otros fines, como amuletos o como garantía de propiedad al ser estampados sobre los objetos. Se usaban colgados de un collar y se realizaban en madera, marfil y metales especialmente oro. Lo más destacable es el gusto por el detalle y el movimiento. Su tamaño era de aproximadamente 3 cm. Los motivos eran similares a los Minoicos y sobresalen los relativos a escenas bélicas o de cacería.
Las máscaras funerarias, emblemas del arte micénico fueron desconocidas en Creta. La más famosa es la máscara de Agamenón, la cual debe su nombre al arqueólogo Heinrich Schliemann, quién erróneamente confundió el Tesoro de Atreo con la tumba de este legendario rey micénico. En efecto, estudios posteriores han comprobado que la referida máscara antecede en varios siglos a la existencia del rey aqueo. Esto no impidió que Schliemann al realizar su descubrimiento exclamara con orgullo “He visto la cara de Agamenón”.
Estas máscaras funerarias plasmaban los rasgos de los soberanos aqueos, motivo por el cual eran tan personales y diferentes entre sí y se colocaban encima del rostro del difunto.
La máscara de Agamenón tiene 32 cms y está hecha de oro y destaca los rasgos de un rey aqueo del siglo XVI a.C.
La pintura micénica acusa gran influencia de la minoica, utilizaron al igual que sus antecesores la técnica de estuco pintado al fresco con colores vistosos como el amarillo, rojo, azul o blanco y remarcadas las líneas con negro.
En cuanto a los motivos, los aqueos continuaron con los mismos temas a los cuales añadieron escenas de guerra y caza, más acorde con su temperamento bélico, asimismo se acentúan los adornos y los peinados. También utilizaron motivos geométricos.
Los frescos descubiertos en los palacios de Pilos y Tirinto son la prueba de que los aqueos continuaron el gran arte pictórico de los hombres de Cnosos, aunque a diferencia de aquellos estas escenas se delimitaban con marcos decorados con figuras geométricas y sus figuras eran más rígidas. Destacan los frescos de la cacería del jabalí del palacio de Tirinto, el fresco del megarón de Pilos y el friso con damas sobre un carro o la dama oferente del Palacio de Tirinto.
Se han encontrado gran cantidad de cerámica de la época micénica, de estilos muy variados: jarras, copas, jarrones… De las muestras encontradas en diversas localidades se evidencia que las piezas destinadas a la exportación eran en general más lujosas y de decoración más trabajada.
Las piezas estaban decoradas con motivos mitológicos, bélicos o escenas de caza o animales, además es característica de la cerámica micénica la decoración con motivos geométricos, tales como meandros y espirales.
Se han encontrado igualmente vajillas de metal, principalmente de bronce en los yacimientos micénicos, así jarras de loza o de marfil.
Igualmente se han encontrado vasos y armas de bronce martillado y las famosas mascaras funerarias que plasmaban los rasgos fisiológicos del difunto, pero con una rudeza propia de una caricatura.
La hegemonía micénica que se inició hacia el año 1450 a.C, gracias a la misteriosa desaparición de la cultura cretense fue de corta duración. Las invasiones de pueblos indoeuropeos ocurridas entre 1150 y 1000 a.C. produjeron una gran complejidad cultural, los dóricos en Corintio, Argólida y Creta; los jónicos en Atica; los chipriotas en Chipre...
Ahora bien, la idea de razas extrañas con costumbres propias barriendo a los micénicos, ocupando sus espacios e imponiendo sus culturas e instituciones no es completamente exacta, posiblemente los indoeuropeos se fueron asentando poco a poco y se fundieron con sus antecesores, dando origen a una nueva Grecia.
La llegada de los “hombres de hierro” (por el metal con que esta gente fabricaba sus aperos) da inicio a lo que los historiadores llaman la "Edad Oscura de Grecia". Pero, aunque las ciudadelas de Tirinto, Pilos y la propia Micenas habían sido desvastadas, el pasado glorioso de los aqueos - un tiempo de empresas extraordinarias llevadas a cabo por héroes y dioses - estaba latente y pronto a reaparecer en la vida de los griegos.
En efecto, los hombres de hierro, no obstante de haber traído el caos y representar un período de aislamiento y oscuridad frente a la cultura creto-micénica, pronto absorbieron la cultura de sus antecesores. Es así, que mediante la tradición oral aceptaron como propias las hazañas de los viejos tiempos como la lucha de Teseo contra el Minotauro, la guerra de Troya, el asalto de Tebas, el regreso de los Heráclidas. Mitos y leyendas que alimentaron la religión, el arte y el carácter del nuevo pueblo. Es por ello indudable que las culturas egeas fueron el precedente del arte griego y tienen una importancia capital en la formación de la Grecia clásica.