CARÁCTER RELIGIOSO DEL ARTE ROMÁNICO

Tanto en el período Románico, como en el Gótico, que le sucede, el arte es eminentemente religioso, debido al gran poder espiritual, político y económico de la Iglesia Católica. El arte era, en cierta forma, el instrumento político utilizado para evocar el misticismo.
Uno de los factores de la propagación del Románico, fue la actividad edificadora de los monjes benedictinos que multiplicaron sus monasterios a través de los campos, llamando al recogimiento espiritual. En efecto, el arte Románico se divulga a través de los monasterios. Por ello se ha llegado a señalar que “… Su origen monacal lo convierte en una manifestación artística profundamente religiosa, a través de la cual se invita a los fieles, a la meditación, al recogimiento y a la oración como medio de acercamiento a Dios”... (“En clave del Románico” Wedmaster@ECdR.net).
Dos hechos religiosos tienen relevancia en este período histórico: La reforma de Cluny y las peregrinaciones religiosas. Igualmente trataremos en este capítulo sobre la importancia de la orden monástica de Cister. 1.- La reforma de Cluny. “…El monaquismo cristiano tiene su origen en el siglo IV, cuando en el desierto egipcio unos hombres piadosos vivían como eremitas ocupados en rezar y realizar trabajos manuales. Esta forma de vida se expandió luego por toda Europa…” (“Historia Universal y de Latinoamérica. Cristianismo y Feudalismo”. Ed. Nauta. T. 3, p. 21).
El monasterio no era una institución nueva para los hombres del Románico, tuvo su origen en Oriente y se fue expandiendo a través de toda Europa. Hombres de ideales místicos formaban una comunidad rural dedicada a la oración y meditación; para satisfacer sus necesidades los monjes se obligaban a realizar trabajos agrícolas o artesanales. Famosos fueron los monjes celtas de Irlanda que emigraron en el siglo VII a Escocia y al reino Franco para predicar la fe cristiana a los germanos paganos.
El monaquismo occidental, tal como se conoce hoy en día se debe al santo Benito de Nursia, nacido en Italia, alrededor del año 529. Benito, de origen aristocrático, condujo a un grupo de discípulos al Monte Cassino, donde fundó un monasterio, bajo la regla de “Ora et labora”. “…Todo monasterio se bastaba a sí mismo. Se exigía de los monjes que siguieran una norma diaria equilibrada de oración y trabajo; por medio de su trabajo como agricultores o artesanos atendían a todas sus escasas necesidades por sí mismos y canjeando los excedentes con los demás… Además de los clásicos votos de pobreza, castidad y obediencia, tenían el deber, que reconocían bajo juramento, de permanecer en el monasterio hasta la muerte, a menos que se les concediera ocasionalmente un permiso específico para salir de él…” (“Las grandes épocas de la humanidad – Orígenes de Europa.” Gerald Simons. Edt. Time-Life).
El monaquismo no se libró de las invasiones bárbaras del siglo X, debiendo buscar el apoyo y protección de los señores feudales, los cuales a su vez ejercieron sus influencias en la administración y elección de los abates. Pero a partir del siglo XI, época del Románico, se reorganiza bajo nuevos esquemas, se independiza del poder laico y animado por un poderoso impulso expansivo se construyen numerosos monasterios por toda Europa.
La primera y más importante de las reformas de las órdenes religiosas tuvo lugar en el monasterio de Cluny (Francia).
El 11 de septiembre de 909, Guillermo III de Aquitania cedió a la orden de los Benedictinos los terrenos para la edificación del monasterio de Cluny. Lo resaltante de ello, es que la creación y funcionamiento de la orden se hizo bajo la protección directa del Papado, independiente de todo otro poder eclesiástico o laico. Esta independencia le dio a Cluny un carácter supranacional. “…Con tamaña libertad de acción, la abadía se involucró en decisiones de ámbito social, político, económico e incluso militar en los distintos reinos europeos. El otro factor que permitió el engrandecimiento de la Orden de Cluny fue el acierto de crear una estructura orgánica centralizada, frente a la habitual dispersión y disgregación que los monasterios benedictinos habían tenido hasta entonces. Esto sólo fue posible gracias a la "inmunidad" internacional frente a reyes y nobles que la dependencia papal le había conferido…” (www. arteguias.com)
Reconstrucción teórica del Monasterio de Cluny:
En efecto, el Abad de Cluny dirigía, no sólo el monasterio, sino que con el crecimiento de la orden, administraba política y religiosamente las casas (Prioratos o Abadías) creadas por dicha orden, a través de toda Europa occidental, formándose un verdadero imperio monástico, bajo la dirección directa del Abad Mayor, quien sólo rendía cuentas al Papa. A finales del siglo XII, la orden contaba con 850 casas en Francia, 109 en Alemania, 52 en Italia, 43 en Gran Bretaña y 23 en España, con un total de 10.000 monjes. El solo monasterio de Cluny llegó a tener más de 700 monjes y entre sus abates más importantes se encuentran San Odilon y San Hugo, el grande.
Cluny, no sólo era un monasterio, era una forma de vida, una manera de entender y practicar la religiosidad, según los cánones benedictinos caracterizados por la castidad y la obediencia. La primera regla benedictina fue “Ora et labora”, no obstante puede decirse que después de la reforma, los monjes se dedicaron más a “orar y gobernar”. El monasterio de Cluny llegó a tener tanta injerencia religiosa y política que varios Papas salieron de sus muros, por lo que se consideraba al Abad de Cluny como el segundo jefe de la cristiandad.
La expansión de la orden cluniacense fue decisiva para la difusión del arte románico, porque a medida que se creaban nuevas abadías se seguían los cánones artísticos de la casa madre, propagándose un estilo único a través de las casi 1500 abadías benedictinas de toda Europa, las cuales influyeron a su vez, en otras órdenes consolidando el estilo.
“…A la creación del estilo (Románico) contribuye poderosamente la orden benedictina, en especial el monasterio de Cluny, que tiene su explícito testimonio histórico en la organización de las Cruzadas, proyección de Europa hacia Oriente. Asimismo, Cluny interviene activamente en la organización de las peregrinaciones, que facilitan la creación y difusión de las formas románicas, por lo que este estilo es propiamente consecuencia de aquéllas, el arte de los caminos de la peregrinación…” (“Historia del Arte”. José María de Azcárate, Alfonso Emilio Pérez Sánchez y Juan Antonio Ramírez. Edt. Anaya. P. 128).
El monasterio de Cluny fue destruido durante la Revolución Francesa, porque se le consideró un símbolo del poder eclesiástico contrario a los ideales revolucionarios.
La orden del Císter. Al alejarse los monasterios del ideal benedictino, un grupo de "monjes blancos" vistiendo túnicas claras sin teñir, símbolo de ascetismo, bajo el mando espiritual de Roberto se instalaron en unas precarias construcciones de madera, reasumiendo los ideales de pobreza y oración; nuevamente el monacato pasó a ser entendido como una forma de vida, en la cual se realzaba la naturaleza espiritual del hombre sobre la material como medio de acercamiento a Dios. La orden se creó formalmente el 21 de marzo de 1098, con la aprobación papal de la abadía de Citeaux. En un poco más de un siglo, la orden llegó a tener más de 700 monasterios en toda Europa.
De las precarias casas de madera, se emprendió la construcción de grandes edificios perdurables, en los cuales se trataba de eliminar lo vano o superfluo. Así los primeros edificios carecían de esculturas y murales. La orden, en la edificación de los nuevos monasterios aplicaba un estilo preconcebido en las nuevas ideas de ascetismo y pobreza que dio gran uniformidad a las abadías. En líneas generales se puede señalar que la arquitectura cisterciense es más sobria que la cluniacense.
"...Se denomina arte cisterciense al desarrollado por los monjes cistercienses en la construcción de sus abadías a partir del siglo XII, momento de la expansión inicial de esta orden religiosa. Sus construcciones prescinden de los adornos, en consonancia con los preceptos de su orden de ascetismo riguroso y pobreza, consiguiendo unos espacios conceptuales, limpios y originales. Su estilo se inscribe en el final del románico, con elementos del gótico inicial, lo que se ha llamado "Estilo de Transición." (http://es.wikipedia.org/wiki/Arquitectura_cisterciense).
Entre los monjes blancos más conocidos, debemos señalar a San Bernardo de Claraval, hombre de gran carisma y extraordinaria influencia, quién impulsó el culto Mariano, la defensa de los pobres y la segunda cruzada.

2.- Las peregrinaciones religiosas.

Las peregrinaciones a los lugares santos fueron un verdadero fenómeno popular durante el medioevo. Como consecuencia de ellas, se crearon a lo largo de todas las rutas las llamadas “Iglesias de Peregrinación”, destinadas a dar cobijo y protección a los peregrinos y asimismo a resguardar y rendir culto a las muchas reliquias que eran objeto del fervor religioso. Los Principales sitios de peregrinación fueron Roma, Jerusalén y especialmente Santiago de Compostela al norte de España.

Peregrinos en San Juan de Ortega
El Camino de Santiago de Compostela o Ruta Jacobea.

Desde el descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago, el Mayor, en el siglo IX hasta entrado el siglo XIII la Ruta Jacobea evolucionó hasta convertirse en el principal camino de peregrinación de occidente, desplazando los viajes a Jerusalén y Roma. Si bien es cierto, que el Apóstol fue decapitado en Palestina, sus restos fueron llevados por sus discípulos a España, donde había predicado el Evangelio. La leyenda afirma que una vez que llegaron a tierras gallegas, los bueyes se negaron a continuar. Mucho tiempo después, un ermitaño, al observar un extraño resplandor descubrió la tumba; en ese lugar llamado “campo de las estrellas” se construyó una capilla para resguardar las reliquias del apóstol.

El Monasterio de Cluny promovió las peregrinaciones hacia Compostela ofreciendo a los peregrinos indulgencia plena por todos los pecados cometidos y a medida que los viajes se intensificaban se construyeron por la ruta abadías, hospitales y otras edificaciones de estilo Románico, incluso se tiene noticia que Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, después de su boda con Doña Ximena peregrinó a Compostela en el año 1064. En el año de 1075 se inició la Catedral de Santiago sobre la tumba del Apóstol, “…la muestra más importante del arte románico y el ejemplo más perfecto de las llamadas iglesias de peregrinación… intervinieron en su construcción los arquitectos Bernardo el Viejo y Roberto, y ya en torno a 1100 el maestro Esteban. Su sistema constructivo y decoración sirvieron de ejemplo para múltiples iglesias a lo largo de todo el camino de Santiago. En ellas intervinieron numerosos arquitectos y escultores que difundieron y fijaron las características del arte románico en el siglo XII…” (“Historia del Arte”, José María de Azcárate, Alfonso Emilio Pérez Sánchez y Juan Antonio Ramírez. Edt. Anaya, p.140). Posteriormente, la fachada de la Catedral fue modificada entre los años 1738 y 1750, en el más puro estilo churrigueresco, una forma del barroco tardío, caracterizado por una decoración exuberante. Detrás de la fachada se esconde la catedral románica que se conserva prácticamente intacta.

El declive de la ruta Jacobea se debió: 1.- En el siglo XV, Lutero cuestionó la veracidad de la existencia de los restos del Apóstol. 2.- Torquemada, en el siglo XVI, mudó los restos del mártir por temor a que el pirata Sir Frances Drake atacara la catedral, desconociéndose durante mucho tiempo, el lugar donde se ocultaron.

Posteriormente, a mediados del siglo XIX, se redescubrieron los restos del Apóstol Santiago y durante todo el siglo XX hasta nuestros días, la ruta ha vuelto a estar en boga dado su valor espiritual y turístico.