El arte románico, tal como explicaremos a continuación, tiene carácter rural a diferencia del arte Gótico que es eminentemente urbano.
La institución del feudalismo trajo como consecuencia una sociedad fragmentada, guerrera y fundamentalmente rural. Ya en época de Carlos Martel, como medida de emergencia para controlar las incursiones de los musulmanes, los reyes otorgaron grandes territorios a señores importantes; el propósito era que cada señor utilizara la tierra para reclutar tropas, sufragar sus necesidades y la de sus guerreros y labradores a cambio de realizar un voto de lealtad como vasallo. Así "...la concesión temporal de tierras se convirtió en un pago disfrazado por el servicio militar..." ("Las grandes épocas de la humanidad. Orígenes de Europa" Gerald Simons. Edt. Time.Life International).
La función militar del señor feudal tenía prolongaciones civiles, junto con sus caballeros mantenía la paz y el orden y administraba justicia. Todas estas funciones eran realizadas para que la actividad agrícola, fundamental para la subsistencia, no se interrumpiera.
A su vez, los campesinos realizaban sus labores de una manera colectiva, naturalmente trabajaban juntos las tierras de su señor, y debido a que la mayoría de ellos no poseían bueyes ni arados propios, continuaban trabajando juntos las parcelas que se le adjudicaban por sus servicios, sin que ello significase en ningún momento un título de propiedad. Todas las necesidades bàsicas, desde la harina para el pan hasta el lino para las tejidos eran procesadas en los talleres de la casa solariega o en los caseríos de los campesinos, bajo el control de un mayordomo designado por el señor.
Al lado de las aldeas o caseríos se construyeron monasterios de piedras, los cuales además de fungir como recintos espirituales, eran una especie de conjunto multifácetico donde se cumplían labores de asistencia a pobres, peregrinos y enfermos, donde se conservaban los libros clásicos y se realizaban nuevos manuscritos, donde se producía el vino y otros tipos de manufacturas preindustriales y donde se reunía la comunidad, no solo a orar y confesar sus pecados, sino a socializar entre ellos.
Saint Vigor (Francia)
Los tres rostros del feudalismo estaban conformados por el señor feudal, quién residía en su castillo encargado de la defensa de la comunidad; por el religioso que oraba en su iglesia y por el campesino, a quién le correspondía el trabajo agrícola para la subsistencia de todos.
En conclusión, puede decirse que el medievo estaba formado por “hombres de guerra, hombres de oración y hombres de trabajo”, tal como lo señalara Alfredo, el Grande de Inglaterra. Esta estructura de caballeros, clero y campesinos, base del feudalismo, sobrevivió los siglos más sombríos de Europa, hasta que pudieron surgir gobiernos más amplios y estables.